Estoy retrasando tanto mi incorporación a la vida que cuando ocurra igual ya nadie se acuerda de mí. Y eso que me he esforzado para hacer un comeback en condiciones. Pues ni con esas. Mis amigas están organizando una reunión de bienvenida y no tengo ni idea de qué me voy a poner. Habrá música, comida asquerosa y se podrá fumar. No sé si me apetece ir o salir corriendo. Hoy me he comprado una riñonera porque me creo joven de repente. Moderno, estiloso, ya saben, influencer. Falta ver la lástima que doy con eso colgado del brazo. ¿Dónde termina la practicidad y empieza el bochorno? Lleva llamándome un número oculto desde hace un par de días. Siempre pienso que va a ser un soplo, una noticia bomba, una voz distorsionada dándome instrucciones para recoger algo de una papelera. Al final era un mensajero. Que el paquete que pedí no va a llegar. Pues gracias, la verdad. Puede que todo haya cambiado mucho pero hay cosas que se me siguen dando igual de mal. Me ha dicho A. que me va a hacer unos calzoncillos cuando lo tenga ya todo armado. No he entendido nada pero me alegro. Ropa interior bonita siempre me viene bien. A no ser que sean bóxers, que los odio. Yo siempre slip. Pasan las semanas y todo se parece cada vez más a lo que era. Aquí estoy yo, tecleando mientras veo con uno ojo el estreno de un programa de televisión. Todo por placer y por no meterme en la cama que es algo que siempre me cuesta. He encontrado entre mis cajas perdidas dos camisas muy monas y un par de zapatos de verano que ya no recordaba. Dice J. que está emocionada pero nerviosa por el reencuentro. La verdad es que yo también. ¡Tantos meses esperando! Ay, ¿y si ya nada es lo que parece? ¿Y si estamos ahí todos como con cuidado? No sé, qué difícil es volver aunque tengas muchas ganas de hacerlo. Y qué complicado es vivir con todo esto encima. Y que, bueno, si son bóxers, tampoco les haré ascos.
—
Foto: B3r.duro.