Le vi acercarse desde la esquina de la calle. Misma forma de andar, mismo pelo y mismas gafas. Como mucho, alguna cana de más. Paseaba al perro de sus padres mientras fumaba. Iba rápido, algo encorvado pero creo que era su postura habitual. Creo, porque el tiempo también ha pasado para mí. ¿Cuántos años hacía que no le veía? Calculo unos diez, puede que sean más. Tal vez menos. Tuve la tentación de coger el móvil y hacer como si nada. Total, la calle estaba vacía en mitad del temporal.
Continué marcando el paso. Me abroché el abrigo, enderecé la espalda y traté de aprovechar al máximo las botas de suela alta que acostumbro a llevar cuando llueve. No es que necesite más centímetros pero, la verdad, tampoco voy a despreciarlos. El tiempo pasaba rápido y en cuestión de segundos nos íbamos a cruzar. No recuerdo la última vez que hablamos. Y eso que presumo de tener buena memoria. ¿Fue en Barcelona? Después de coger aquel ferrocarril matutino hasta Terrassa todavía pasaron meses. Intercambiamos mensajes y mails, canciones y frases escritas. El nombre de este blog, sin ir más lejos.
Me puse las gafas de sol pese a la lluvia fina y continué andando. No había nadie más en la calle pero tampoco parecía que eso fuese a detenerte. En esta década he cambiado mucho, lo reconozco. Diría que entonces no llevaba ni barba pero, claro, mentiría. Ni siquiera alteraste la expresión al cruzarnos codo con codo. Seguías mirando al vacío, tirando del perro y aguantando el cigarro entre los labios. Ni siquiera notaste mi presencia pese a que, no hace tanto, éramos íntimos. Puede que transformases mi vida, que me dieses el empujón que hizo lo que soy, y ahora ni siquiera me miras.
Me quedé con la media sonrisa congelada en la cara y cierto regusto de satisfacción. ¿Qué decir cuando, en realidad, no hay nada de qué hablar? Podría haberte parado, haberme presentado, haber fingido una extraña sorpresa. ¿Qué me hubieses dicho? ¿Me habrías reconocido? ¿Todo hubiese vuelto a aquel punto en el que nos separamos? Tu grababas discos y yo empezaba a escribir. Te hubiese contado que ahora vivo de ello y no creo que te hubiese interesado demasiado. En realidad, ya lo sabías entonces.
No me giré a ver si el despiste era interesado. Tan solo llegué al portal y metí la llave. Hay cosas que mejor dejarlas como están.
Maravilloso!
A los muertos hemos de dejarlos en paz
Me gusta mucho tu forma de escribir