Hace escasos días el mundo virtual entraba en colapso. Quien entienda algo del asunto sabrá que los colapsos 3.0 duran aproximadamente doce horas. Veinticuatro si hablamos de la muerte de un icono mundial. También puede ocurrir que en diez minutos está la cosa despachada, pero de esos casos tan efímeros, la mayoría ni nos enteramos. Esta vez el colapso provenía del final de temporada de True Blood. Yo, como si no hubiesen visto las fotografías que acompañan a la entrada, sigo a lo mío. ¿Por qué?, se preguntarán ustedes. ¿Habrán acabado ya con la pesadísima Sookie? ¿Los vampiros se habrán comido a la humanidad y camparán a sus anchas? ¿Habremos asistido al final de la serie más WTF ever? No, queridos lectores, nada de eso. El colapso vino por un pene. Y no es para menos.
True Blood empezó con una premisa que podía resulta muy interesante. Los vampiros vivían en la Tierra, en total armonía con los humanos, y se alimentaban de una sangre sintética a modo de refresco que les permitía no tener que matar a nadie. Todo eso ambientado en un pueblecito americano, con muy pocas casas y mucho bosque, y con una chica rubia y pizpireta como protagonista que podía escuchar lo que los demás estaban pensando. La continuación era sencilla. Chica se enamora de vampiro, vampiro vive atormentado, chica se deja morder, los demás vampiros no ven esto con buenos ojos, luchas internas, recelos de los humanos y una historia de amor incomprendida. Vamos, un Romeo y Julieta con colmillos y ataúdes. La cuestión es que este punto de partida pronto quedó eclipsado por los verdaderos protagonistas de la serie, los cuerpazos de sus actores. De hecho, me resulta bastante complicado pensar en una imagen de Jason, hermano descerebrado de la protagonista, con algo de ropa encima.
Al rubito Jason, se le fueron uniendo progresivamente Bill, mi vampiro favorito, Sam, el chico bueno de la serie y Eric, en sus versiones de melena larga y pelo corto. Luego llegó Alcide y la testosterona empezó a brotar de la pantalla. Las chicas, claro, no se quedaron cortas. De hecho, como ocurre siempre que hablamos de desnudos, tomaron la delantera de una forma absoluta -y que conste que no estoy haciendo chistes fáciles-. Anna Paquin nos dejó ver su completa anatomía a la primera de cambio. De la misma forma, aunque algunas más recatadas que otras, Tara, aquella novia que tuvo, Jessica y todo el plantel de secundarias que pasaban por la cama de Jason Stackhouse se dejaron ver desnudas sin ningún tipo de complejo. True Blood se convirtió en una serie dedicada al sexo, donde el argumento dejó paso a las situaciones más inverosímiles con tal de enseñar culo o protagonizar una orgía como cierre de temporada. Todo vale, ya sean momentos homoeróticos -quién no recuerda el sueño de Sam donde se daba una ducha con Bill o estas imágenes que no tiene precio para las retinas más avispadas- o sexo explícito entre hombres, mujeres, vampiros, hombres lobo o cualquier tipo de criatura de la noche. Y viene de Estados Unidos, ténganlo en cuenta, queridos lectores.
La cuestión es que hemos tenido que esperar seis temporadas, seis, para ver un desnudo masculino, integral, frontal y completo. Alexander Skarsgard, celebrity millonaria, ídolo de masas, icono carpetero en caso de que las y los adolescentes sigan forrándose carpetas, no ha tenido ningún problema para levantarse de la silla y no recurrir a los clásicos trucos de poner la mano, cruzar la pierna o aprovecharse de un atrezo oportuno en forma de árbol, columna de madera o destello de luz. No, los guionistas de la serie, sabedores del bajón argumental y de público que la serie empieza a sufrir, han puesto toda la carne en el asador -¡y qué carne! -, y les ha salido bien. Desde la emisión del último capítulo, decenas de hombres, e imagino que alguna mujer, han estado buscando imágenes a buena resolución para ver si el hercúleo Alexander tiene el vello púbico depilado o es que es, definitivamente, rubio natural -opción correcta-. El desnudo no ha gustado a todo el mundo, como no podía ser de otra forma. Unos opinan que no venía a cuento, otros que no salva la temporada e incluso alguno dice que se esperaba algo más contundente, en cuanto a miembros se refiere. Nosotros no podemos más que aplaudir y rendirnos al desparpajo del sueco con la polla uncut más famosa de la temporada. Cosas así son las que alegran un tedioso agosto y no los paseos programados de los presidentes del Gobierno… Ay, si la burbuja del nudismo explotara ya.
Iba a poner un comentario ingenioso, o a pretenderlo, pero… ñam. Es que… ñam. Que si las mujeres necesitamos conexiones emocionales… ñam. Mentira cochina. Ñam. Y reconozco que, si sigo viendo esta serie, es por este nórdico caballero. Ñam. A la mierda mi intelectualidad. Ñam.
Unos amigos han estado en Estocolmo la semana pasada y me contaron que ha sido toda una conmoción en Seucia, nivel PORTADA DE PERIODICO.