Nos van a insultar, no es ninguna novedad, en la escalera y también fuera de la ciudad. Y aunque finjamos que no nos importe, hablamos de ello toda la noche. En España es un nuevo deporte, huyamos en coche. Nos zumban los oidos, toca acostumbrarse a este pitido, no hacemos ni caso, para qué hacerlo si nos dan asco. Cuando nos insultan, ten claro que la culpa es suya, ¡hurra y aleluya!