Así veo el otoño. Bueno, ojalá lo viera «literalmente así», debo reconocer, aunque me refería a los estilismos. Tengo muchas ganas de abrazar la lana, los abrigos, los zapatos con calcetines, los anocheceres a media tarde y una buena ducha bien caliente. Pero, en su lugar, ¿qué me encuentro? Calor, mangas cortas, sudores y un ventilador que se resiste a apagarse, y yo, así, desde luego no puedo vivir… Espero que algún responsable de esta situación pase por este blog y haga lo que esté en su mano para remediarlo. Yo, al menos, le estaré eternamente agradecido.
Por cierto, me despido por un par de días. Después de estar todo el largo verano al pie del cañón, me he ganado unos momentos de desconexión y relax. Pero no sufran, vuelvo incluso antes de que se den cuenta.