Hubo un día en que Marlon, tras pasar una breve temporada en casa de los Confuso, decidió que quería ser modelo. Yo, la verdad, lo entendí, aunque llevara unos días un tanto molesto por su despreocupación a la hora de guardar la ropa en los armarios. Preparamos juntos algo de cenar y ya una vez reposando en el sofá, organizamos un buen plan para su lanzamiento. Sutilmente le insistí sobre la necesidad de marcarse un desnudo integral pero me miró con cara divertida y una media sonrisa. Ya me imaginaba que no me haría caso, pero debía intentarlo… Al día siguiente se empeñó en hacerse un tatuaje, «para recordar el comienzo de mi carrera» dijo. ¡Y menos mal que le acompañé! Le prohibí que se tatuara mi nombre en la ingle, pero como ya tenía la C hecha, improvisamos un Claudia…