El misticismo religioso no estuvo provocado por setas, ni hierbas ni, desde luego, la mano de Dios. Todo tenía que ver con el calor sofocante. Encerrados entre pesados muros, sin demasiada comida, renunciando a compañía y con un aire seco y asfixiante filtrándose por cada rendija y ventana, un viento cálido que les empujaba a volar. Orgasmos de dolor y culpabilidad les recorrían el cuerpo mientras la temperatura alcanzaba los cuarenta grados, la tinta se secaba, el papel se cuarteaba y el sudor iba empapando poco a poco los hábitos. Gemidos y gritos de histeria, desesperación y hastío, hasta que sin previo aviso, refrescaba y todo volvía a la rutinaria normalidad…
Nos harán creer, como así lo han hecho, que nada de esto es verdad, que el misticismo nada tuvo que ver con la temperatura, pero saben que mienten. Yo, mientras tanto, me abrazo a los micropoemas de Ajo y me entrego al calor, al ardiente y sofocante calor…
No consigo entender porque me encanta este blog !!!!
Ay, ¿qué tendrá? ¿qué tendrá?