El calor empieza a afectarme físicamente, y no sólo por la gran apatía que me invade o la imposibilidad de dormir, sino sobre todo por la metamorfosis que sufren mis ojos con la llegada de cada verano. Los vapores tóxicos que desprende el asfalto, el aire irrespirable, los espejismos provocados por la intensa luz y una constante deshidratación provocan, además de una ligera sensación de mareo, una alteración psicosomática de la visión bastante placentera… En mi pequeño mundo ya no hay suciedad, ni bañadores ofensivos, ni camisetas de tirantes, ni extensiones sudadas, ni uñas mal cortadas ni ningún vestigio de los atentados estéticos propios del verano. Todo es glamour tiki y cócteles caribeños!
Qué chulas las fotos ¿De quién son?
me encantan!