Una de las múltiples cosas que me fascina de Robert Mapplethorpe es su combinación de látigos, mordazas y mutilaciones con lirios y tulipanes. Fetichismo entre flores. Aunque, en el fondo, todo es erotismo…
La lectura del libro de Patti Smith me ha obsesionado de nuevo con Mapplethorpe. En Cuando éramos niños, Patti cuenta cómo conoció a Robert, sus aventuras en Nueva York, el hambre y los trabajos rutinarios, las habitaciones del Chelsea Hotel, los poemas y collares, el descubrimiento de la homosexualidad, la fascinación por Warhol, los recitales y exposiciones, las preocupaciones de Patti y las orgías de Robert, los años de separación y su último encuentro. Todo contado de forma sencilla, con algunos evidentes toques de fantasía pero sin muchas pretensiones poéticas. Y eso que, a mi, Patti Smith no me interesa especialmente…