“Tienes toda la razón, debería habérmelo planteado ya hace tiempo. Siempre había pensando que las relaciones con este tipo de hombre iban a ser diferentes. Su aspecto descuidado, su virilidad, esa mirada de indiferencia, esos brazos… ¡Qué brazos! Me imaginaba que todo iba a ser pasión y desenfreno, sexo en la cocina, camisetas rasgadas, algún que otro azote… Pero, ¿qué me encuentro?. Romanticismo barato, tres velitas de supermercado, grandes éxitos de Sade a todo volumen, mucho tequiero entre susurros y demasiado perfume. La cena, por otra parte, no estuvo tan mal, ¿sería por el vino?. Luego, con la típica excusa de que quería respetarme, tratarme con dulzura y llevarme a un mundo de sensaciones que nunca habría experimentado, estuvo quarenta y cinco minutos penetrándome a un ritmo tremendamente pausado, eso sí, adornado con algún gruñido… ¡Por Dios, qué aburrimiento! Si al final, vas a tener razón en eso de que la metrosexualidad ha exterminado a la población masculina. Y yo que pensaba que todavía quedaban pequeños reductos de testosterona salvaje… Voy a tener que replantearme la situación y afrontar la realidad, ¿no crees?. Pero dí algo, ¡que no hablas nada!”
No, no es sincronía ya que la mayoría de las mujeres tengamos una conversación similar… ¿Será ésto realidad inamovible?
… que pruebe con los chicos del sector metal, quizá la hagan un apaño
Un saludo!