El influjo de la Superluna me tiene trastocado. En cuestión de una noche mi oido se ha vuelto ultrasónico, mi tacto hipersensible, mi olfato tremendamente delicado y mi vista puede traspasar hasta la ropa más opaca. Manejo la electricidad a mi antojo, muevo objetos con sólo chasquear los dedos y estoy empezando a levitar. Atravieso paredes, destruyo nubes con rayos gamma y doblo el metal como si fuera plastilina. Aprovecho la energía solar para derretir el metal y controlo a mi antojo las hormonas humanas. Abran su mente, dejen flotar su sensibilidad… ¡El reinado confuso ha empezado!