Mirar fotos antiguas y darte cuenta que todo -¿todo?- ha cambiado. Que ya no te cortas el pelo como antes ni llevas camisas de cuadros. Que has empezado a arreglarte la barba, a disimular las bolsas y encima, te gusta la col. Que sigues resfriándote mucho, pero alguien con quien no tienes relación sanguínea te cuida. Que ya no usas gafas pero continuas mordiéndote las uñas, que fantaseas con pintarte los labios rojos y leer una novela inédita. Que has dejado de vagar y te sientes como en casa. Que disfrutas actuando como anfitrión y cuidas con mimo las plantas. Que sigues guardando tu oso de peluche. Que aún crees que triunfarás escribiendo. Que sabes que triunfarás escribiendo…
Los sueños hay que perseguirlos hasta el final… recuerda «cuidado con lo deseas pues se puede hacer realidad» (estoy seguro que lo conseguirás)
¡Qué bonito texto! ¿No sería un buen comienzo para una novela?