Fumar es un placer, genial, sensual. Fumando espero al hombre que yo quiero, tras los cristales de alegres ventanales. Y mientras fumo, mi vida no consumo porque flotando el humo me suelo adormecer…
Corre que quiero enloquecer de placer, sintiendo ese calor del humo embriagador, que acaba por prender la llama ardiente del amor.
Dame el humo de tu boca, anda, que así me vuelves loca.