Una extraña creatividad me invade esta semana, debe ser la intensa vida social, la falta de sueño o los efectos secundarios del calor. Si cierro los ojos me visualizo pintando, leyendo, cosiendo, rasgando, redactando, cortando, pegando y un sinfín de actividades que me posicionan como el mayor creador de las últimas décadas.
Lástima que al despertar, mis pies chocan contra el suelo, mi cabeza deja de dar vueltas, mi tótem sale disparado y mi creatividad, un tanto perezosa, se queda durmiendo plácidamente en un universo muy lejano. Dudo si intentar recuperarla a base de orfidal, pero me rindo, la química no es para mi. ¿Debería probar con la autodisciplina?.